Los motivos de la Reforma de la ley de extranjería
El Gobierno español y las diversas fuerzas políticas parlamentarias se disponen a reformar la actual Ley de Extranjería. Los diferentes textos presentados para ello se encuentran en estos momentos en el Congreso y son expuestos y analizados en el presente número de MUGAK. Cabría pensar que dicha modificación viene motivada por las numerosas y persistentes críticas que dicha ley viene recibiendo, en particular desde el campo de las organizaciones que trabajan con el mundo de la inmigración. Sin embargo, cabe emitir serias reservas al respecto.
La exposición de motivos (ver pág. 14) que precede al texto del Gobierno abona la tesis contraria. De las diez consideraciones expuestas, cuatro de ellas hacen referencia a la necesidad de “salvaguardar nuestra pacífica convivencia de las actitudes minoritarias de quienes transgreden las normas”; al establecimiento de “medidas de expulsión, multas u otras, de carácter sancionador” y a la represión de “la inmigración ilegal”. Otras cuatro, ponen el acento en “adaptar nuestra normativa a los compromisos internacionales, especialmente al Convenio de Aplicación del Acuerdo de Schengen”, referencia que conlleva, como es sabido, la unificación en torno a criterios basados en la política de cierre de fronteras de la UE. Tan sólo un punto se refiere a la necesidad de buscar “la integración de los extranjeros”, aunque a renglón seguido, en la siguiente consideración, la limita a “los extranjeros establecidos legalmente”.
No parece, pues, que en el ánimo del legislador exista la intención de promover debate alguno sobre la política migratoria actualmente existente, en el que participen los actores sociales directamente implicados. La filosofía subyacente en la actual Ley de Extranjería seguirá siendo el patrón por el que estén cortadas las reformas emprendidas.
Lo anterior viene a cuento por si alguien creyera que esta modificación legislativa pudiera incidir directamente en las trágicas imágenes de los muertos al cruzar el Estrecho, las interminables detenciones y expulsiones de los tripulantes de las pateras según ponen pie a tierra, las colas de inmigrantes ante las oficinas gubernativas a merced del caprichoso cupo… Para nuestros gobernantes, todo eso forma parte del paisaje.