Cuando se establecen efemérides en el calendario internacional, como el 10 de diciembre, aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, o el 18 de diciembre, Día Internacional de las Personas Migrantes, parece que también las instituciones han de poner el acento, al menos en esas fechas, en el respeto de los derechos que se conmemoran.
Pues bien, el Ministerio del Interior, a modo de tarjeta de despedida del Gobierno saliente, ha organizado el 15 de diciembre, justo en medio de esas fechas emblemáticas, un vuelo de deportación conjunta de inmigrantes hacia Dakar, Senegal. Para ello, al más puro estilo francés, se ha arremangado para acrecentar los controles en la calle, en búsqueda de personas de origen senegalés en situación irregular, y ha concentrado en el Centro de Internamientos de Extranjeros de Aluche a las personas que, provenientes de otros CIE, puedan hacer “rentable” el fletar el avión.
Y ya puestos, también hay jueces que echan una mano. Entre las personas a expulsar en ese avión se encuentran personas con órdenes judiciales de internamiento que tienen una clara situación de arraigo, con más de cuatro años de empadronamiento, domicilio fijo y demás requisitos para acogerse a esa figura y que, según la legislación vigente, hacen del internamiento y expulsión una medida claramente desproporcionada.
Todo ello forma parte de una política de encierro y expulsión de ciudadanos que no han cometido otra irregularidad que la de buscarse la vida allá donde pueden aunque no dispongan de la autorización administrativa correspondiente. Y para ello se utilizan los Centros de Internamiento de Extranjeros, cuya mera existencia y lo que en ellos acontece es desconocido para la gran mayoría de la sociedad.
Las organizaciones que conforman la red Migreurop en el estado español, acaban de hacer público un informe de las visitas que han efectuado a cuatro CIE en su intento de dar a conocer la existencia de esa realidad carcelaria, y como parte de su demanda tanto del cierre de dichos centros como de la exigencia de que se respeten los derechos de las personas encerradas.
Es, ciertamente, otra manera de celebrar el 18-D.