Claire Rodier
GISTI, MIGREUROP
Bloquear las rutas migratorias para proteger a Europa y salvar vidas, tal es, con la expulsión de indeseables en "vuelos charter", la misión asignada a la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores, denominada también Frontex. Desde su creación en 2005, se ha convertido en el emblema de esta política "firme y generosa" de la Unión Europea, que aplica en dos tiempos: en primer lugar, bloqueando los principales puntos de acceso marítimos y terrestres a la Unión Europea y, por otra parte, haciendo recular las fronteras cada vez más cerca de las zonas de partida de los candidatos a viajar.
Desplazar las rutas migratorias
El bloqueo comenzó desde el sur de España. En 2006, cientos de cayucos, esas embarcaciones ligeras utilizadas para la pesca costera en Senegal, se hicieron a la mar desde la costa de Mauritania y Senegal para alcanzar, sobrecargados de pasajeros sin equipaje, las Islas Canarias, puesto de avanzada de la Unión Europea frente a las costas de África. La elección de esta ruta, peligrosa debido a la distancia, los vientos y las corrientes, es resultado del cierre, unos meses antes, de la ruta natural emprendida hasta entonces por los africanos para llegar a Europa: el Estrecho de Gibraltar. España había obtenido de la UE ayuda financiera para establecer un sistema de control electrónico del Estrecho, el SIVE (Sistema Integrado de Vigilancia Exterior), que combina unidades terrestres, marítimas y aéreas con de tecnología avanzada (cámaras de radar sensorial, térmicas y de infrarrojos). Sistema caro (260 millones de euros) pero eficaz, combinado con una fuerte represión de los intentos de salida de Marruecos : la travesía por el Estrecho quedó prácticamente interrumpida en 2005, al tiempo que las rutas migratorias se desviaban hacia el sur. Entre 2005 y 2006, el número de personas que consiguieron realizar la travesía hasta las Islas Canarias había aumentado de menos de 5.000 a más de 30.000. Es difícil saber cuántos no han logrado su objetivo, pero la cantidad de cadáveres arrastrados hasta las costas canarias durante el mismo período (alrededor de 600 solamente en 2006) sugieren que son muchos.
En junio de 2006, se puso en marcha un plan de acción que implicaba a varios Estados miembros para tratar de detener las salidas de cayucos hacia Canarias. La operación Hera fue dirigida por la jovencísima agencia de fronteras y se apoya en un helicóptero, un avión y cuatro buques proporcionada por España, Italia y Francia. Esta flota tiene como misión, una vez obtenido el permiso de Mauritania, Cabo Verde y Senegal, patrullar a lo largo de la costa africana para interceptar las embarcaciones que parten de ella.
A finales de agosto de 2007, el ministro del Interior español se felicitaba por la reducción en las llegadas de cayucos a las Islas Canarias, del orden del 70% en un año. Un éxito para Frontex, que no ha disminuido a partir de entonces puesto que en 2010, la fuente de "migrantes clandestinos" llegados a Europa vía las Islas Canarias prácticamente se secó. Un éxito que acompaña a un crecimiento muy rápido de la agencia: su presupuesto, que ascendía a seis millones de euros en 2005, pasó de 42 a 84 millones de euros entre 2007 y 2009 con la duplicación de efectivos durante el mismo período.
El efecto baby-foot
Después de Hera en España, otras operaciones vendrán a cerrar progresivamente las rutas alternativas de acceso marítimo a la Europa del Sur. En 2008, Frontex anunció que la Operación Minerva, creada para proteger el sureste de España y las Islas Baleares, ha reducido las llegadas de Marruecos y Argelia en un 23%. Pero, al mismo tiempo, el número de personas que han cruzado el Mediterráneo desde Libia a Malta y al sur de Italia se ha duplicado. Por supuesto, hay que tener en cuenta los caprichos bien calculados de la diplomacia libia para explicar este aumento espectacular –se sabe que los guardacostas libios hacen oportunamente la vista gorda a las salidas de migrantes en situación irregular cuando el coronel Gaddafi se encuentra negociando con los gobiernos de la Unión Europea. Pero no se puede negar el efecto de "futbolín" de las barreras establecidas por Frontex. Al obligar a los que quieren lanzarse al mar a desplazarse de Marruecos a Senegal, de Senegal a Argelia, de Argelia a Libia, FRONTEX cruza y hace más complejas las rutas migratorias, prolonga la duración del viaje, aumentando el coste y los peligros.
Los testimonios de quienes han logrado finalmente cruzar la frontera, que cuentan el número de países que han atravesado, los planes malogrados, las dificultades encontradas, los peligros superados, dan cuenta de este acoso.
Ante el aumento de las llegadas a las dos islas europeas más cercanas a la costa de Libia, Malta y Lampedusa, Frontex ha apoyado la Operación Nautilus, estrecha y antigua cooperación entre Italia y Libia. El dispositivo se mostró eficaz. Mientras que más de 35.000 personas habían llegado a Lampedusa en 2008, casi no hubo llegadas por mar a finales de 2009 a costa, sin embargo, de graves violaciones del principio de no devolución, consagrado en la Convención de Ginebra sobre los refugiados, que prohíbe el reenvío sin un examen de su situación de personas que podrían beneficiarse de una protección internacional. En junio de 2009, guardacostas italianos, con la ayuda de un helicóptero alemán, en el marco de la Operación Nautilus IV, entregaron a una patrulla libia a los rescatados de una embarcación interceptada, sin embargo, cerca de la costa de Lampedusa, por tanto en aguas italianas. Tras la denuncia de Human Rights Watch, el suceso fue justificado por el director adjunto de Frontex para quien la agencia "no está habilitada para confirmar si el derecho a solicitar asilo, u otros derechos humanos, son respetados en Libia. "
En 2010, Grecia, desplazamiento de rutas obliga, concentraba la mayoría de las entradas irregulares en las fronteras de la UE. Para Frontex, la apuesta es elevada pues las fronteras marítimas griegas son innumerables y muy dispersas. De ahí la amplitud de la operación Poseidón, que involucró a 21 Estados miembros desde 2009, con 20 tipos diferentes de barcos movilizados para patrullar el mar Egeo, con la ayuda de seis aviones y cuatro helicópteros. Frontex ha desplegado igualmente más de 100 intérpretes y expertos para ayudar a las autoridades locales en la tarea de identificar a las personas interceptadas. A primera vista, los esfuerzos parecen dar resultado, ya que la agencia anunciaba en marzo de 2010 un descenso del 60% de interceptaciones en el mar Egeo con respecto al año anterior. Pero esto es sólo una apariencia pues, de hecho, los cruces ilegales han trasladado a las fronteras terrestres. Más de tres cuartas partes de las 40.977 personas interceptadas en las fronteras de la UE en el primer semestre de 2010 habrían entrado por Grecia, principalmente desde Turquía. Es una de las razones por las que el puerto del Pireo, cerca de Atenas, fue elegido para instalar la primera oficina regional de la Agencia Frontex.
Guerra a los migrantes
Es también a causa de esta "afluencia masiva de ciudadanos de terceros países que intentan entrar ilegalmente en el país con el objetivo de alcanzar otros países de la UE", en palabras del ministro Defensor del Pueblo Christos Papoutsis, por lo que Grecia ha pedido en octubre de 2010 a la UE, el despliegue de Rabits, esos "equipos de respuesta rápida de fronteras" destinados, con el apoyo de Frontex, a ayudar a los Estados miembros confrontados a una presión migratoria "masiva" en sus fronteras. La terminología utilizada, como el inventario del equipamiento de Frontex, refuerza la imagen de un ejército dispuesto a atacar a un enemigo al que habría hecho recular. En 2010, la agencia contaba con 26 helicópteros, 22 avionetas y 113 barcos, además de 476 unidades de equipamientos utilizados en la lucha contra la inmigración "clandestina": radares móviles, vehículos diversos, cámaras térmicas, sensores de latidos del corazón, etc.
Pero las armas de Frontex no se limitan a los equipos militares. Menos publicitada que las operaciones fronterizas y, sin duda, mantenida parcialmente en secreto, su misión de "análisis de riesgos", basada en una actividad de información y "la evaluación de los cambios, los riesgos y peligros que pueden afectar a la seguridad las fronteras exteriores de la UE" es fundamental para su credibilidad, ya que justifica a la luz de las supuestas amenazas, sus acciones en un frente en particular.
Desplazar las fronteras
Además de bloquear las rutas utilizadas por los migrantes, Frontex juega también un papel importante en el proceso de externalización de la política migratoria que la UE ha puesto en marcha desde principios de 2000. Su misión es la de deslocalizar los controles o las operaciones de disuasión a fin de quebrar lo antes posible los intentos de partida. La operación canaria ya mencionada, ha sido su primer episodio. Los pasajeros de cayucos provenientes de Senegal rescatados frente a las costas españolas eran llevados a centros de retención en espera de su identificación e investigación de sus casos. "Expertos" de Frontex les esperaban, para ayudar a las autoridades españolas en esta tarea, pero no sólo. En su Informe General de 2006, la Agencia se felicitaba de que sus equipos fueron capaces de identificar "el 100% de los migrantes clandestinos" que habían entrevistado, añadiendo, "gracias a la información recopilada durante las entrevistas, fue posible detener a varios traficantes, principalmente en Senegal, y evitar la salida de más de un millar de personas". Cabe preguntarse, con Amnistía Internacional, sobre "la base sobre la cual [a] se calcula la cifra de un millar de personas, cuya salida se había evitado." Pero también sobre el método utilizado para identificar a distancia "traficantes" a partir de los interrogatorios de personas que no tienen ninguna razón para entregar a quienes les ayudaron -y podrían ayudar a sus familiares- a salir al mar. Cabe preguntarse, en fin, sobre todo en nombre de qué principio se puede considerar como legítimamente prioritario obstaculizar la posibilidad de salir de un país, cuando el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos dispone que "toda persona es libre de abandonar cualquier país, incluso el propio. "
Tres años más tarde, el mismo escenario se ha puesto de manifiesto en las salidas de migrantes desde Mauritania y Senegal. En su informe de 2009, Frontex acoge con satisfacción la reducción en el número de inmigrantes interceptados en la región, gracias a "una vigilancia aérea y marítima optimizada", cerca del territorio de ambos países, antes incluso de que los candidatos a la travesía abandonen la costa africana. La red Migreurop, que ha podido consultar documentos de la Seguridad nacional mauritana informando de las personas "interceptadas tras un intento de viaje clandestino a Europa", confirma estas barreras al derecho a salir de cualquier territorio. Activistas mauritanos dan fe de la vigilancia omnipresente e intrusiva de la policía de fronteras tanto en las playas como en helicóptero sobre el desierto.
Esta deslocalización de los controles, que se verá reforzada con la posibilidad de que Frontex establezca un cuerpo de "oficiales de enlace" llamado a intervenir fuera de la UE, se apoya en gran medida en la colaboración de terceros países en los que se lleva a cabo. La inclusión de la "lucha contra la inmigración clandestina" en el núcleo de la política de cooperación entre Europa y sus vecinos forma parte desde hace tiempo del programa de la UE. Esto ha sido reiterado en el Pacto europeo sobre asilo e inmigración adoptado en 2008, que hace hincapié en que "la migración ha de convertirse en un elemento importante de las relaciones exteriores de los Estados miembros y la UE, lo que implica tener en cuenta en las relaciones con cada tercer país, la calidad del diálogo existente con él sobre cuestiones migratorias”. Frontex tiene la capacidad para negociar además de su presupuesto también acuerdos operativos con las autoridades de terceros países. Ya ha concluido, o va a concluir, colaboraciones técnicas con las policías de (Ucrania, Moldavia, Georgia, Albania o incluso Turquía, Libia y Mauritania) con el fin de facilitar la gestión conjunta de los flujos migratorios. En base a estos "acuerdos de trabajo", funcionarios de estos países están asociados a las operaciones conjuntas y Frontex tiene las manos libres para operar fuera de Europa. A los críticos que están preocupados por las consecuencias de ciertas alianzas peligrosas para los derechos humanos, el director de Frontex opone el carácter estrictamente técnico de esta colaboración establecida no con un tercer país o un gobierno, sino "con las autoridades de control de fronteras de ese país". Una forma de evitar cualquier control democrático o jurisdiccional de las negociaciones que lleva a cabo con total opacidad.
Frontex se complace en presentarse como el gendarme de Europa. Sin embargo, el eco dado a sus intervenciones en las fronteras marítimas es sin duda desproporcionado. Pues detrás del juego del gato y el ratón que desarrolla con los inmigrantes –pues se sabe que siempre encontrarán brechas para franquear los obstáculos que ponen en su camino- se oculta una realidad mucho más temible: con Frontex, la UE dispone de un ejército de ocupación instalado en los países emisores de emigración, para evitar las salidas.
Este artículo está sacado de "Frontex, l’agence tout risque ", publicado en francés en la revista Plein Droit n° 87