El teatro nos acerca a LOS EMIGRADOS

El teatro nos acerca a LOS EMIGRADOS

Arantxa Gurmendi

Txalo Produkzioak nos ha presentado en los escenarios de Euskal Herria Los emigrados, del dramaturgo polaco Slawomir Mrozek. Los dos personajes de esta función, en versión adaptada y dirigida por Ramón Barea, vienen de dos países opuestos: algún lugar del Este y algún lugar de África Central, y conviven en un país concreto: España. Y no por casualidad, han buscado también a dos intérpretes con estos mismos orígenes. Mulie Jarju de Gambia y Román Luknar de la antigua Checoslovaquia.
Hemos tenido el placer de conversar con ambos sobre esta experiencia teatral, un tanto particular, y sobre sus vivencias personales en su nuevo país de residencia.
Mulie Jarju llegó a España hace ya 16 años, y aunque su idea era la de seguir viaje a Australia para allí aprender inglés y francés y luego regresar a su país para trabajar como traductor, aquí se quedó y no se arrepiente. Montxo Armendariz le descubrió para el cine y tiene en su historial de actor nada menos que el Premio de interpretación del Festival de Cine de San Sebastián del 89.
Román Luknar, nacido en la antigua Checoslovaquia, se confiesa federalista y no quiere determinar su nacionalidad. Llegó a España por amor, hace 9 años, y desde entonces alterna su vida entre ambos países según las exigencias de su trabajo de actor.
Confiesan ambos hablar el castellano bastante mejor de lo que muestran en la obra, y el rebajar su nivel del idioma les da bastante trabajo. A Román a veces le sale el deje madrileño, por el barrio donde vive, y otras el andaluz por influencias de su madre andaluza.

Arantxa Gurmendi ¿Cómo veis, cada uno, vuestro personaje en la obra?
Mulie. Este personaje es diferente a los que hasta ahora he hecho, es un analfabeto que viene a buscar algo muy concreto, Para un intelectual, supone una lucha constante jugar el papel de un analfabeto, es un reto y es un poco difícil. Te ves forzado a hacer gestos toscos o exagerados para intentar buscar ese personaje analfabeto, cómo reacciona cuando le sucede una cosa o se enfrenta a una persona. Cuando eres intelectual sabes cómo ir y cómo actuar en determinadas circunstancias, en cambio, si eres analfabeto no. Mi personaje es una persona sincera, que saca todo lo que tiene dentro, ya que es lo único que sabe. Ve a los intelectuales como gente acaparadora, que consideran que todo lo malo es de los analfabetos. Aunque le hablen de una cosa sencilla se ofende fácilmente pensando que le tratas de ignorante.

Es un personaje al que se le ven muchos aspectos cariñosos, sentimentales.
Mulie. Sí, son gente mayoritariamente sencilla, cariñosa, amable, abierta. Ahora, cuando te pasas del límite te empiezan a ver lo que seguramente tú no habrás pensado, para defender su territorio, que es lo que ellos hacen cuando se sienten atacados.

Román, ¿cómo ves tu personaje?
Román. Con el cambio que ha hecho Ramón Barea sobre el personaje originalmente escrito por el autor, ha tratado de actualizarlo. En los dos personajes queremos representar algo que está aquí en la sociedad, pero veo más real el personaje de Mulie que representa a muchos emigrantes que vienen a la península y los problemas que tienen. La única razón que les trae aquí es mejorar su vida económicamente. En cambio el otro personaje, cuando se escribió la obra, tenía su porqué, porque existía el muro,
había ideologías, en ese sentido el personaje lo veo ya un poco ficticio, que no es un caso corriente aquí en España, al menos no conozco ninguno, es apolítico. Yo me planteé diferenciar mi personaje en la lectura de Ramón con respecto al de la obra original en el que tenía problemas con el poder, con la dictadura, un personaje de izquierdas que es igual de facha que la derecha. No tenía fuerza para salir de aquello y busca la “libertad” entre comillas, lo desconocido, y se va. Muy pocas semanas después de encontrar las fuerzas para dejar todo y salir por fin, se cae el muro, entonces se le caen todos los esquemas, todas las ideologías de izquierda progresista. Lo que era este señor, aunque vivía en régimen de extrema izquierda.

¿Dirías que ese personaje, tal y como estaba escrito hubiera funcionado mejor, hace 15 años por ejemplo?
Román. Por supuesto, pero sería otra lectura de la obra. Sería totalmente diferente. Habla de algo en que vivimos, de por dónde tirar, ir hacia el centro políticamente, hacia la izquierda, hacia la derecha. Él de repente ha perdido el norte, no puede, no quiere volver a su tierra porque sabe que los que están en el poder son los mismos que estaban antes. Es un perdedor total, un amargado y ha perdido su rumbo.

¿Encuentras que estas características actualmente no se encuentran en Europa, pero sí en Sudamérica o África, de donde sí hay gente que viene huyendo de la persecución por divergencias políticas?
Román. Sí, pero éste cuando le preguntas si es político, hace una pausa como sin saber si se le puede llamar todavía así. Yo era apolítico pero me han quitado la libertad, luego la encontré y era apolítico y me han quitado hasta el nombre y quién soy yo. La libertad me ha absorbido, me ha diluido y ahora no sé que soy.

¿A ti Mulie, te ha costado mucho hacer esta adaptación del personaje?
Mulie. Primero contábamos con un director que sabía lo que hacía, y que nos ayudaba mucho, y después tenía un compañero que nos entendemos después de una convivencia y de los ensayos. A veces estábamos en casa haciendo el personaje. Hemos vivido tres meses en el mismo piso, mientras montabamos la obra, y eso nos ha ayudado mucho. Más o menos nos ayudabamos. Román había hecho la obra en su país y nos ayudaba a no meternos en el guión original.

Tú, Román, interpretaste esta misma obra en la antigua Checoslovaquia, ¿qué diferencias ves entre aquel montaje y éste?
Román. Esta obra estuvo prohibida en mi país hasta el 89, los comunistas la permitieron justamente dos meses antes de la caida del muro, en mi tierra concretamente, en Checoslovaquia, y tenía entonces mucho que decir a la gente, entonces todavía la gente iba al teatro, como aquí en tiempos del tío Paco, que iban a escuchar entre las palabras los mensajes entre lineas. Con la caida del muro el espectáculo, tal y como estaba montado, perdió su sentido y su porqué y yo sentí curiosidad cuando me llamó 15 años más tarde Ramon Barea de ver qué iba a hacer con este texto. Ha hecho una cosa muy sutíl y nos dejado hacer hasta que nosotros mismos hemos sentido que por ahí no va, y le quitó esa cosa política y lo centró en una convivencia, en un choque de dos culturas diferentes en un lugar concreto que es España.

¿Vuestra historia personal coincide con lo que representais en la obra?
Mulie. No, no coincide en casi nada. Yo vine de paso hacia Australia, no venía a quedarme aquí, pero me quedé y no me arrepiento. Montxo me localizó después de 5 años viviendo en España. El año 89, cuando preparaba la película Cartas de Alou sobre la emigración, andaba recogiendo información por donde más emigrantes había, y nos pusimos en contacto en Barcelona. Lo que empezó como una amistad, terminó por convertirme en actor. En Barcelona hice teatro aficionado dos años, desde el 85 al 86. Antes había hecho teatro en mi pueblo, en Gambia. Hacíamos teatro para divertirnos, no habia guión ni nada, improvisabamos y hacíamos reir al pueblo. Lo que sacábamos lo repartíamos a la gente más necesitada de allí. Cuando terminábamos los estudios, veníamos al pueblo y ya no sabíamos qué hacer e inventabamos estas cosas. Me interesé por la interpretación cuando estuve en Mauritania trabajando en una sala de cine y empecé a ver actores negros en películas americanas y francesas.Y cuando vi a Sidney Poitiers en Rebelión en las aulas, y luego vino Eddie Murphy en El detective privado en Hollywood me dije, ¡coño!, ojalá me toque también a mí hacer eso. Luego se me olvidó, pero cuando vine aquí tuve esa ocasión a aprovechar.

Te dieron un premio de interpretación en el Festival de Cine de San Sebastián ¿Cómo lo vives? Piensas que has tenido suerte, que es porque eres muy bueno…
Mulie. No es que sea muy bueno, cada uno tiene su momento, en el que le llega su oportunidad de que valoren y aprecien tu trabajo y te dan el premio. Pero hay un montón de actores buenos que no han conseguido premios hasta ahora, pero son buenos. Yo diría que es cuestión de estar en el momento exacto a la hora exacta.

Está claro que tu historia personal no ha transcurrido como el personaje que interpretas en la obra, ¿conoces personas que están en la situación del personaje?
Mulie. Yo diría que muchos que han venido aquí están en la misma situación que el personaje. Tengo un montón de amigos como él.

¿Esos amigos, cómo te ven a ti?
Mulie. Me ven como un privilegiado, pero yo lo rechazo porque no lo soy. Para mí ser actor es tener un trabajo como cualquier otro. Porque si no aprecias el trabajo que estás haciendo, aunque estés de presidente, no llegarás muy lejos.

¿Tu vida personal se parece a la de tu personaje?
Román. No, para nada. Yo vivo en España por amor. No vine a España a buscar algo mejor, porque yo tengo allí todo hecho, no vine huyendo de nada.Vine contratado para hacer la obra.

¿Conoces personas a las que les ha pasado lo que a tu personaje?
Román. Sí, pero no han huido políticamente, ya te he dicho cómo he planteado el personaje partiendo de unas vivencias de la gente cercana que ha huido, justamente antes de la revolución de terciopelo, y cuando estaban en un campamento de refugiados llamaban diciendo que estaban mal, que no tenían qué comer, y la gente les decía volved aquí que estamos en las calles, que ya se han ido. Al principio fue un duro golpe para ellos, pero han vuelto y están felices de haber vuelto y de estar en casa.

La parte en la que se recrea tu personaje, Mulie, hablando de los sueños, del regreso a casa, creo que es algo común a toda la emigración ¿no? La gente siempre sueña con la vuelta, para mostrar a sus amistades, a sus familiares, que su situación ha mejorado ¿Tú vives esto en tu entorno?
Mulie. Yo sí lo vivo, porque cuando salí de mi país iba a Australia a estudiar, para luego volver a mi país y ser traductor–redactor de inglés y francés. Cuando uno termina sus estudios y regresa allí, hay que mostrar qué tal le ha ido, pues he conseguido lo que venía a buscar, vengo con mis diplomas. Espera tener un trabajo mucho mejor que el que tuvo antes. Es común a todos los emigrantes. Recordemos que los indianos cuando volvían de las américas se hacían unos casones muy grandes y la gente decía ¿de dónde ha sacado todo este oro? Nosotros también lo mismo, cuando vas a tu país por ejemplo, si te han ido bien las cosas te llevas un tractor, te llevas un generador. Llegas allí y consigues una casa grande para tu familia. Cuando llegas y ven que te ha ido bien, están contentos y orgullosos, dicen: nos ha dejado un buen tiempo pero ha vuelto y seguro que nos va a salvar. Con lo que ha traido podremos vivir años de felicidad. Luego depende de cómo lo vayas a usar.

Román, está claro que tú no tienes las mismas motivaciones que un emigrante para estar aquí, pero sí conocerás a muchas personas que han salido de Alemania del Este o de Polonia o de otros países. ¿Tienes referencias de que mantienen este mismo deseo de volver o es un tipo de emigración diferente?
Román. Me queda muy lejos, es algo que no sé explicarme hasta hoy, pero voy por la calle y oigo mi idioma, bieloruso a checo y el cuerpo me hace una cosa muy extraña, me pide dar la vuelta y correr, correr. Tengo mis vivencias de personas que se me han presentado en casa, que vienen de parte de no sé quién, que si pueden dormir, que cuánto cuesta el metro, que no lo utilizan porque no tienen dinero, y tienes la casa patas arriba. No son todos, pero la KGB todavía funciona, hasta hoy no he ido a mi embajada, porque paso de fronteras y de pasaportes. Todo el mundo me pregunta si tengo nacionalidad española, que podría tenerla, pero paso, no quiero la mía, porque no me considero ni eslovaco, ni checo, ni español, vivo aquí y estoy feliz. Ellos todavía siguen, he cambiado varias veces de piso y siempre me llegan las cartas, siempre saben dónde estoy, y me invitan a unas reuniones comunes donde nos vamos a contar cómo huiste de tal, y etc. Todavía viven, en mi opinión, el estado policíaco que tenían los comunistas y por eso, si no es un familiar muy cercano que me venga a ver, no quiero la relación.

Román nos ha aclarado que él es simplemente actor. Tu Mulai, ¿qué eres, actor-emigrante o emigrante-actor?
Mulie. Yo soy emigrante-actor.

Partiendo de que piensas volver a tu país, ¿crees que seguirás siendo actor allá?
Mulie. Por supuesto. Empieza a haber medios, ahora mismo en África se están haciendo buenas películas, y lo único que hace falta es ponerse en contacto con esos directores Una vez que te vean, y de que vean tu trabajo, en el séptimo arte tú no les encuentras a ellos, sino que ellos te encuentran.

¿Qué habeis aprendido el uno del otro durante el tiempo que llevais trabajando en este proyecto?
Román. Yo he encontrado gente en España que no sabe donde está Checoslovaquia, cómo van a saber dónde está África. Y me meto en el mismo saco que los españoles, porque ignoraba totalmente el sentido que ellos tienen de las cosas, su cultura, su pensamiento, que es diferente, opuesto al nuestro. Lo nuestro es independizarse, tener dinero, comprarse la casa, tener un buen puesto, y ser competitivo; en cambio él habla del concepto de vida que tienen ellos, que nos choca, de una casa grande, con un salón grande para que quepa la abuela, el abuelo, la madre, el padre los primos, y acogen a todos, es un concepto totalmente diferente.
Mulie. Entre nosotros, hasta el suegro, si no tiene un hijo varón y te casas con su hija, vas a su casa. Una vez que te casas, la familia de tu chica es tu familia. Yo conozco una chica española que está en la embajada en Checoslovaquia y me contaba cómo es aquello, pero Román es el primer eslovaco que he conocido.

¿Os entendeis bien?
Ambos. Sí, muy bien
Mulie. Una vez estaba contándole a Román cómo es Gambia y cómo se parece a Senegal, y mientras, en TVE, estabamos viendo un reportaje Senegal-Gambia y me dijo ¡Joe! ¿Así es de bonito?
Román. Y hablaban de cosas que Mulie ya me había explicado. Esto es una pequeña muestra de cómo puede entenderse el mundo si la gente se conoce mejor.
Mulie. Sí, es muy sencillo, sólo que lo complicamos nosotros mismos. Porque, por ejemplo, si yo tengo más dinero y tú no tienes. Aunque vivas muy cerca, no lo quiero ver, me pongo una venda y veo otra cosa distinta que es sólamente lo que ven los ricachones, y si hay gente más rica que yo, primero, mi meta es llegar a tener más dinero que ellos. No preocuparme de los vecinos que tengo más pobres, me importa un comino que se mueran, me da lo mismo, y eso no es así, la convivencia no quiere decir que cuando tú eres intelectual o más rico que el otro tienes que despreciar a esa persona o pasar de esa persona. No, al contrario, tratar de entenderos porque nunca sabes si un día esa persona te va a salvar a ti de un peligro.

¿Qué aceptación está teniendo la obra de parte del público? ¿La entienden?
Román. Mayormente sí, porque son casos donde el actor siente la reacción inmediata. Hay pueblos en los que hemos estado, en los que por no tener costumbre de ir al teatro mantienen un respeto y están calladitos y el actor empieza a pensar, qué pasa, qué es ¿que no les gusta? Y luego, al terminar, esos que estaban callados nos han dedicado un aplauso muy muy grande, lo que demuestra que estaban atentos y que estaban escuchando.

Una frase muy bonita de la obra es no soy un perro (refiriéndose a él, emigrante) y en otro momento cuando dice no son humanos (refiriéndose a la gente que le rodea).
Mulie. Son reacciones de un emigrante ante una sociedad hostil.
Román. Hoy día creo que vamos avanzando los europeos. Creo que donde más asimilado lo tienen es en Londres, donde hay multitud de razas diferentes, o en Holanda, o Hamburgo donde he visto mucho emigrante. Aquí veo que ha cambiado un poquito en los últimos 10 años, hoy ya no es tanto el racismo por el color de razas, es más un racismo entre ricos y pobres, ése es el racismo actual y cada vez se va haciendo mayor. Una persona a la que le sobra no puede entender a una persona que no tiene. Están tán lejos…

Mulie ¿A ti, por el hecho de trabajar como actor, te trata la gente de un modo diferente a como les tratan a otros amigos tuyos que trabajan en el campo o la construcción? *
Mulie. A mí, mucha gente me ve como una estrella, y es lo que no me apetece. Pero es lo que hay. Y se nota. La gente cuando nos ve en la pequeña o la gran pantalla, seas como seas, piensa que tienes millones en el banco, que eres rico, que ya no necesitas nada. Pero el fondo siempre sigue ahí, porque un emigrante es un emigrante.Yo antes de ser actor, he sido emigrante, y despues he llegado a actor, pero sigo siendo emigrante.

¿Crees que puedes ayudar a tus compañeros?
Mulie. Creo que les ayudo cada vez que puedo. Cuando tengo una entrevista en radio o televisión sigo machacando, criticando siempre al gobierno y a sus leyes. Creo que es el único modo de poder ayudar, a ver si ponen una ley justa, una ley que realmente pueda ayudar a los miles de emigrantes que hay en España. De otro modo es difícil. Éste es el unico modo.

Muchas gracias, Mulie y Román, ha sido un placer conoceros y os deseo ¡MUCHA MIERDA! Como nos decimos los teatreros para desearnos suerte.

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