Los Ahora

Publicada 10 de Junio de 2019 08:53

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Por Dorleta Galán Monfort (Mentora del proyecto Urretxindorra). 

"Cuenta una vieja leyenda universal que, hace mucho tiempo, las personas eran animales simbióticos: Iban siempre acompañadas de un pájaro diminuto, de plumaje brillante y canto melódico y como un susurro. Se llamaba Ahora.

Ahora acompañaba a los humanos día y noche, revoloteando por sus cabezas en silencio, y eran pajaritos muy sabios y sencillos. Cada vez que los humanos contemplaban un paisaje hermoso, miraban a alguien a los ojos o vivían cualquiera de esos mágicos eventos que suelen discriminarse solo por ser cotidianos, Ahora les daba un pequeño picotazo en la cabeza y cantaba, y entonces las personas tenían un Momento de Consciencia. Vivían el presente con más nitidez y eran muy felices. De hecho, los Ahora se alimentaban de las emociones que se desprendían de estos momentos, y de ahí la unión.

Había gente que se hacía muy amiga de sus Ahoras y éstos les daban Momentos de Consciencia a cada instante. Sin embargo, algo ocurrió. Llegó un punto en que, por motivos siniestros, la gente empezó a establecer relaciones con otras dos aves, una de plumaje negro y otra blanco: se llamaban Antes y Después, y poco a poco, los Ahoras fueron muriendo, la magia de los pequeños detalles desapareció, y los Momentos de Consciencia se perdieron para siempre.

Mas éste no es el final de la historia, pues la leyenda asegura que los hermosos Ahoras, aunque ya no puedan volar ni picarnos, siguen viviendo en el alma de cada uno de nosotros, esperando que retomemos la simbiosis y podamos ver la magia de nuevo. Incluso dicen algunos que... si cierras los ojos, respiras hondo y sonríes, podrás sentir en el corazón y en la mente, el canto y el picotazo del Ahora, y al volver a abrirlos el mundo será brillante.

Creo que la vida no es más que un pequeño y permanente cúmulo de instantes que, tras nuestra sumersión en ellos, identificamos, sentimos, y almacenamos por órdenes: así facilmente accedemos a ellos cuando queremos recordar los momentos graciosos, los dolorosos o los que nos dan paz. Asimismo, somos capaces de conectar nuestra presencia en el mundo con una razón. La de amar y ser amados. Porque somos eso, puro sentimiento que se desborda, y solo podemos ser si sentimos. Escuché una vez que “lo que está muerto no puede ya morir”. Y desde entonces cada día me siento más viva.

Así también, podemos entender que nuestra existencia en esta vida es tan fugaz que tendríamos que nacer mil veces para aprender a vivir. A mí, como no tengo mil vidas, me bastó con entender que no hay manera correcta de hacerlo. Que mi sentir es el adecuado porque es real. Y desde entonces vivo más de verdad aún. Entendí que dar no te quita, y que, al mismo tiempo, siempre queda fragancia en las manos que dan rosas, por tanto, no dejemos nunca de regalar.

He podido sentir el picotazo del Ahora, a veces incluso me ha hecho herida de lo fuerte que me golpeó, y así llegué a la certeza de que toda vida merece ser sentida, y por tanto, vivida. Dijo una poeta en su libro que “no vuela quien tiene alas sino quien tiene un cielo”. Sigamos
luchando por brindar a todos el trozo de cielo que le pertenece, para así, de una vez, podamos todos, desde nuestro país, nuestra estampa, posición, color o querer, sentir la vida tan viva como es".

(Este texto lo escribió Dorleta Galán para la fiesta de Fin de Curso de Urretxindorra 2018/19)

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