Jornadas sobre el Islam en los medios de comunicación

El Centro Cultural Islámico de Valencia ha organizado entre el 8 y 9 de mayo las jornadas “El Islam en los medios de comunicación”, que se desarrollaron en la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación de la Universidad de Valencia. Estas jornadas tenían como principal objetivo proporcionar un debate abierto y plural sobre cómo cubren los medios de comunicación las informaciones referidas al mundo islámico. Dirigidas a profesionales de la comunicación, así como a estudiantes de Periodismo y Comunicación Audiovisual, trataban de fomentar un debate bidireccional para intentar definir algunos conceptos relacionados con el mundo islámico que los medios de comunicación utilizan de manera frecuente y cotidiana, con el fin de evitar malinterpretaciones o visiones sesgadas.

Las jornadas se dividieron en cuatro bloques temáticos: “Islam, terrorismo y medios de comunicación”, “La mujer musulmana en los medios de comunicación”, “La libertad de expresión, la ética, la utilización de símbolos religiosos y el respeto a la libertad de creencia”, y “La inmigración, el Islam y los medios de comunicación”. Entre los ponentes se encontraban Gema Martín Muñoz (Directora de la Casa Árabe de Madrid), Lola Bañón (Periodista de la sección de Internacional de Canal Nou-Televisión Valenciana, especializada en oriente próximo), Rafael Miralles Lucena (Profesor de periodismo de la Universitat de València), Husam Chaker (Periodista investigador), Dorsaf Ben Dhiab (Secretaria General de Foro Europeo de Mujeres Musulmanas) y Abden-Nur Prado (Presidente de la Junta Islámica de Cataluña), entre otros.

Musulmanes buenos y malos.

La dinámica de las jornadas trató de ser participativa, con un formato de mesa redonda moderada por un periodista que daba paso también a las intervenciones del público, el cual podía hacer sus aportaciones y comentarios tanto en la sala como a través de una urna. La primera en intervenir fue Gema Martín Muñoz, que restó culpabilidad a los medios de comunicación respecto al trato discriminatorio y negativo que se da a la comunidad musulmana. “Los periodistas reflejan el imaginario social y político de su sociedad.” Este imaginario en el caso de España, afirmó Martín Muñoz, se genera tanto por parte de una corriente de interpretación histórica iniciada por Menéndez Pelayo, como por el hecho colonial. En este imaginario, lo musulmán queda fuera del ámbito “de lo nuestro” y se le considera una realidad moral y cultural inferior. Gema Martín Muñoz insistió en que los medios ofrecen una visión deshumanizada del Islam, en la que los individuos nunca están presentes y en cambio se nos presentan masas en momentos de especial tensión. Con esto se subraya que son grupos sin elección de destino. También insistió que cuando se habla en términos positivos del Islam, se hace en referencia a los logros del pasado: “En el pasado fueron… pero hoy no son. Se han estancado”. También hay una tendencia al retrato exótico heredado del orientalismo. Sin embargo Gema Martín Muñoz afirmó que hay una producción actual muy rica en términos creativos y filosóficos no sólo en el mundo árabe, sino también protagonizada por musulmanes europeos, asiáticos, americanos y africanos. Por último, según Martín Muñoz, otro de los estereotipos comunes en los medios de comunicación es la distinción maniquea entre el musulmán bueno y el musulmán malo. El bueno es el que asume el discurso de la superioridad occidental, se viste como un europeo y es laico. El malo es el islamista, el integrista, el fundamentalista, el terrorista. Sin embargo, hay un centro mayoritario que no existe para los medios. Además de este maniqueísmo, los medios realizan, por ahorrar trabajo, una serie de “amalgamas” terminológicas. Cuando hablan del terrorismo siempre asocian tarde o temprano imágenes de mezquitas, imanes, mujeres cubiertas… lo que provoca confusión entre violencia y religión.

Periodistas sin preguntas.

Lola Bañón, como profesora de periodismo y profesional de los medios, hizo una descripción muy acertada de cuáles son las principales deficiencias a la hora de abordar informativamente el mundo musulmán. La primera dificultad a la que se enfrenta el informador es el desconocimiento de la lengua árabe, lo que dificulta el uso de los términos empleados en las distintas noticias. Términos como yihad, hiyab, Ramadán, imán… a menudo se utilizan incorrectamente. También se discute sobre la definición que se hace del término terrorismo, pero el periodista no puede justificar ideológicamente ningún tipo de violencia, aunque terrorismo propiamente dicho sólo sea “el uso calculado de la violencia contra civiles con fines políticos o religiosos”.¿Qué ocurre cuando esa violencia viene del ejército de un Estado? Bañón insistió en que hay una dependencia absoluta de las imágenes que normalmente están descontextualizadas. “Existe un problema de representación” ya que las imágenes pueden no ser representativas del mundo que queremos mostrar. También las palabras crean y ratifican realidades en ocasiones formando asociaciones conceptuales como “terrorismo islámico”. Para Lola Bañón lo correcto sería hablar sobre el terrorismo de Al Qaeda, lo mismo que no hablamos sobre el terrorismo vasco sino sobre el terrorismo de ETA. Otro problema del periodismo es caer en las generalizaciones: “El mundo árabe, el Islam…” Se habla de ello como si fuera un bloque homogéneo, cuando en realidad dentro de un propio país hay realidades bien distintas como todos sabemos, por ejemplo, en Irak (kurdos, chiítas, sunitas,…). Lola Bañón dijo que otro peligro es la repentina aparición de los “expertos”. “¿Quién es experto? ¿Quién lo decide?” Muchos supuestos expertos en el mundo islámico no saben árabe, ni han visitado un país musulmán en su vida. Por último esta profesional que se enfrenta al diario con el reto de informar sobre la intifada Palestina, apuntó otra serie de dificultades que se presentan a la hora de informar sobre el mundo islámico. “Los periodistas ya no hacen preguntas, lo que significa la muerte del periodista. Se promociona al periodista que no hace preguntas”. También hay una costumbre de descontextualizar el Corán. Un ejemplo reciente de ello ha sido el “documental” Fitna, que es un ejemplo de antiperiodismo. Por si fuera poco hay una nueva generación de periodistas que valoran por encima de todo lo espectacular en la noticia.

Contextualizar y contrastar.

Rafael Miralles Lucena insistió en los estereotipos en la sociedad española respecto a los musulmanes: “O es un pobre trabajador inmigrante, o un integrista fanático, o un emir rico del golfo, o un terrorista”. Contó una anécdota sobre una concursante de televisión a la que le preguntaron dónde se encontraba la Meca, ciudad santa de los musulmanes. Sin dudar, dijo: “en Libia”. Para Miralles Lucena el recorrido mental de la concursante describe claramente el nexo que el ciudadano medio hace entre Islam y terrorismo: “La ciudad sagrada del Islam estará en un lugar que sea cuna de terroristas, y qué mejor lugar que Libia”. El profesor propuso un código de “prácticas del buen periodista”. Estas prácticas pasan por seis momentos: Estar, ver, escuchar, compartir, pensar y cambiar la mirada de la rutina. Para un buen periodista, según Miralles Lucena, es importante contextualizar la información, no dualizar, estudiar las causas, pensar que la violencia no es inevitable, que hay otras fuerzas y actores (como los intereses económicos), debe contrastar fuentes y “debe comprometerse con la información mirando más allá de los hechos inmediatos, suscitando preguntas”.

Imágenes manipuladas

Husam Chaker habló de la manipulación de las imágenes en un mundo en el que la información audiovisual es la de mayor peso. “Cada imagen es un mundo dependiendo sólo del enfoque al tomarla”. Pero además hay otros factores de manipulación como la elección misma de una imagen en vez de otra. “Una foto no dice nada” ya que se buscan imágenes que subrayen la tesis que previamente queríamos comunicar. Si mandamos a un periodista a un conflicto y no lo puede reflejar con imágenes de la vida cotidiana buscará la imagen impactante aunque sea totalmente residual. “Ninguna religión da cobertura al terror” sin embargo resulta fácil y tentador descontextualizar textos sagrados como lo hace Al Qaeda o como lo hace el video Fitna. “En el fondo ambos utilizan la misma técnica visual que es muy publicitaria”, recalcó Chaker.
Vicente Mota, Imán del Centro cultural Islámico de Valencia, musulmán valenciano formado en Teología y Jurisprudencia Islámica, recalcó que el mundo árabe no es sinónimo del mundo islámico: “Sólo representa un 20% del la Umma”. El Islam, dijo Mota, “no es retrógrado” lo que pasa es que hay mucha ignorancia. “Los propios musulmanes corrientes sólo conocen los aspectos más básicos del Islam”. Son muchos los frentes abiertos y eso dificulta un entendimiento del Islam como una forma de vida válida para cualquier ser humano, independientemente de su cultura o estrato social.

Más allá del pañuelo.

Uno de los testimonios más frescos de las jornadas vino de la mano de Dorsaf Ben Dhiab. Esta argelina de nacionalidad francesa dijo que bajo el denominador común “la mujer musulmana” existen realidades plurales y diversas que no suelen considerarse: “No es lo mismo una mujer musulmana de Senegal que una francesa musulmana. Y no hay dos musulmanas que tengan el mismo carácter”. Sin embargo lo más cómodo es anular la diversidad y caer en generalismos. “Si la mujer, musulmana o no, todavía tiene mucho camino por recorrer para conseguir plenos derechos, la mujer musulmana sufre una doble victimización”. ¿Discriminaríamos a un grupo de mujeres frente a otras por el uso o no de minifalda? En el caso de la mujer musulmana se hace esta distinción en función de su vestimenta. En concreto en función de los centímetros de tela que use. “Si usas hiyab eres una pobre musulmana sometida a la que debemos liberar de la opresión machista islamista; pero si usas nikab o chador entonces eres mala, eres fundamentalista…” ¿Juzgaríamos igual a una católica o a una budista? A una mujer católica no se la agrupa en función de sus creencias religiosas sino en función de otras variables como su profesión o su estado civil. Hoy en día muchas mujeres llevan pañuelo como una elección personal, como signo de reafirmación musulmana, y hay una gran diversidad de formas de llevar ese pañuelo como hay una gran diversidad de formas de entender y vivir el Islam. También es cierto que hay casos de mujeres que llevan una vestimenta por obligación social o familiar, pero no es algo que podamos generalizar.
Otro error común en los medios, para Ben Dhiab, es señalar a la mujer musulmana como emigrante, como algo ajeno a nuestra cultura occidental. Además hablamos de ella relacionada siempre con acontecimientos extraordinarios (violencia, discriminación…) nunca en situaciones de vida cotidiana positiva. “Hablar de los trenes cuando llegan puntuales no es noticia”. Sin embargo para Ben Dhiab sí es noticia que la mujer musulmana no sea extranjera o no esté alienada en la sociedad que la rodea: “va a la universidad, a la escuela, al mercado, al trabajo y al parlamento, como el resto de mujeres europeas”.

Libertad de expresión.

Uno de los debates más apasionantes de este momento entre los profesionales de la comunicación es el de los límites a la libertad de expresión. Para Fernando Luis Amérigo, profesor de Derecho Eclesiástico de la UNED, la libertad de expresión y la libertad religiosa son bienes igualmente protegidos por la Constitución y, por lo tanto, legalmente compatibles. “Hay que distinguir claramente entre la libertad de expresión y el discurso del odio”. La libertad de expresión implica que algunas opiniones puedan molestarnos, pero no por ello podemos permitir cualquier tipo de ataque, insulto, apología, etc. Sin embargo Abden-Nur Prado, Presidente de la Junta Islámica de Cataluña, cree que “algunas cosas que se han publicado a diario acerca de los musulmanes serían impensables acerca de los judíos”. Hay un sentimiento claro en contra del antisemitismo. Sin embargo, añade Prado, en cuanto a la islamofobia se ha dicho muy poco y no se han puesto frenos adecuados. “La situación de islamofobia en la Europa actual es peligrosamente la misma que se dio en tiempos anteriores a la II Guerra Mundial respecto a los judíos”. Para ilustrarlo puso ejemplos del discurso antimusulmán actual comparado con el discurso antisemita del pasado.
El que fuera director de una de las páginas web de referencia del Islam español, Webislam, afirmó que “en occidente decimos que aceptamos ataques a lo sagrado como parte del precio que hay que pagar por la libertad de expresión. Podemos negar la existencia de Dios pero no podemos negar la existencia del holocausto. No es cierto, pues, que se admita cualquier ataque a lo sagrado, lo que ocurre es que hemos cambiado nuestro sentido de lo que es sagrado y de lo que no lo es”. Prueba de que la libertad de expresión está limitada son, entre otras, las recientes sentencias del caso de las viñetas del Príncipe Felipe, o la condena de De Juana Chaos.

Éxito de participación

Las jornadas contaron con numeroso público formado por estudiantes, profesionales y profesores, los cuales intervinieron en numerosas ocasiones para dar su opinión o hacer preguntas. Entre los asistentes se encontraba el Director del Centro Cultural Islámico de Madrid, Dr. Ebraheem Al Zaid, quien tuvo ocasión para corregir a los que aún llaman al centro “la mezquita de la M-30”. “Después del trágico atentado del 11-M yo me niego a que usen la M para denominar al Centro Cultural Islámico. Es una asociación perversa” aclaró Al Zaid, quien añadió: “El Islam es un mensaje de paz y de prosperidad para la humanidad”.
Muchos de los asistentes se quedaron con ganas de intervenir pero los moderadores tuvieron que limitar las intervenciones por falta de tiempo, siendo muchos los temas que quedaron sin profundizar. Quizás las jornadas deberían ampliarse para sucesivas ediciones.
La Fundación Pluralismo y Convivencia, la Generalitat Valenciana y RENFE han aportado los fondos para estas jornadas organizadas por el Centro Cultural Islámico de Valencia y el Consejo Islámico Superior de la Comunidad Valenciana en colaboración con la Universidad Valenciana, la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación, la Cátedra de las 3 Religiones, y la Unión de Periodistas Valencianos.

Una valenciana al frente del Centro Cultural Islámico.

El Centro Cultural Islámico de Valencia es una institución cultural y apolítica sin ánimo de lucro inscrita en el Registro de Asociaciones del Ministerio de Justicia cuya finalidad es tender lazos de amistad entre musulmanes y el resto de la sociedad española. Quién mejor que una musulmana valenciana, Amparo Sánchez Rosell, que abrazó el Islam hace 12 años, para llevar esta nave a buen puerto. Desde febrero es la Directora del CCIV, pero lleva más de once años desempeñando una labor decisiva en el desarrollo del Centro y de la Red de Convivencia e Integración que impulsa esta institución en la sociedad valenciana. No es la única mujer en puestos de responsabilidad ya que la Secretaría y la Comisión de la Mujer también están a cargo de dos musulmanas.
El CCIV cuenta con una escuela de idiomas y de Islam (Madrasa), una mussala para realizar las oraciones diarias, talleres diversos (caligrafía, gastronomía, henna…), una biblioteca especializada, y entre sus actividades desarrolla proyectos de investigación, congresos, conferencias y campañas de sensibilización. Por su esmerada labor a favor de la normalización de la vida de los musulmanes en la sociedad valenciana ha recibido el Premio Valenciano a la Solidaridad y el Voluntariado 2001.
Amparo Sánchez dice que le gusta defender la discriminación positiva de la mujer pero que no se considera feminista ya que hay feministas en contra de la discriminación positiva. Además, en el Islam el feminismo tiene otras connotaciones dado el conflicto existente entre el laicismo y la religiosidad. Se ha propuesto fomentar la participación de los musulmanes en otro de tipo asociaciones, además de la mezquita, como las de padres de alumnos o las de vecinos. “Quiero incrementar nuestra labor social. La sociedad nos tiene que ver como un ciudadano más.” También se ha propuesto como objetivo mejorar la relación con los medios de comunicación, y estas jornadas, sin duda, han contribuido a ello.

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