El conflicto balcanico en el cine

DESCENSO A LOS INFIERNOS
(El conflicto balcánico en el cine)

Chema Castiello

La brutal desintegración de Yugoslavia ha dejado huella propia en el mundo del cine. Los conflictos bélicos han supuesto siempre una inapreciable fuente de inspiración. Utilizados como arma de propaganda, han servido también para ilustrar el alegato contra la barbarie y lo absurdo. No escasean tampoco las historias de amor, y de humor, que se han construido tras un fondo bélico. Decía Buñuel que una película, salvo que sirviera para pasar el rato, debía comunicar directa o indirectamente “que vivimos en un mundo brutal, hipócrita e injusto”. Y añadía: “… La película debe producir tal impresión en el espectador que éste, al salir del cine, diga que no vivimos en el mejor de los mundos”. Visión de realidad, dura, muy dura, y ejemplo evidente de que no vivimos en el mejor de los mundos es la selección de películas sobre el conflicto de los balcanes que presentamos en esta ocasión.

1.- Un escenario complejo:

La iluminación histórica del reciente conflicto yugoslavo es una tarea que desborda con mucho las pretensiones de una simple introducción al cine que dicho conflicto nos ha ido dejando. Pero nada nos disculpa de acotar alguno de los aspectos que dan sentido a estas películas y permiten su comprensión. Dos son, a grandes rasgos, las características diferenciales del espacio balcánico. Por un lado, la singularidad de un cruzamiento de pueblos, culturas, religiones y lenguas que no ha encontrado modo de articular una unidad política. Hasta el siglo XX no fue posible el ensayo del estado unitario. La primera experiencia (1919-1939) concluyó en la Segunda Guerra Mundial con un baño de sangre que dejó sobre el terreno más de un millón de muertos fruto, en parte, de los arreglos mutuos. El fracaso del segundo intento de unidad (1945-1991), la época de Tito, se ha saldado por el momento con la división en varios estados, esloveno, croata, bosnio, la ocupación de Kosovo, y una federación yugoslava residual de montenegrinos y serbios.
La propaganda unitarista del yugoslavismo, careció de tierra donde germinar. Tal como señala Javier Villanueva , la mayoría de la gente, frente a la retórica oficial, continuaba definiéndose por su nacionalidad de origen. En 1971, tan solo el 1,3 % de la población se declaraba yugoslava; en 1981 se declaraban así el 5,4 % y 10 años más tarde el porcentaje caía al 2,9 %. De modo que la gente parece adquirir su identidad a través de las estructuras familiares, la tradición religiosa o cultural, teniendo el territorio y el sentido de pertenencia a una casa común yugoslava escasa trascendencia.
La violencia parece otra de las características a destacar. Ivo Andric reconstruye en “Un puente sobre el Drina”, la vida de un pueblo, Visegrad, asentado en las orillas del río Drina. La narración, que abarca el discurrir de varios siglos, y es una suma de pequeñas historias, explica las raíces de odios y violencias, a la par que los momentos de coexistencia y paz que conoció aquella comunidad. Curiosamente, la llegada del siglo XX y sus sueños de libertad e igualdad iba a deparar momentos de una enorme violencia. Tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando y su mujer en Sarajevo, el pueblo de Visegrad, verá alterado su discurrir. Así relata Andric aquellos momentos que parecen una copia exacta de lo que hemos contemplado recientemente (abstracción hecha de verdugos y víctimas).
“Fue entonces cuando empezó una verdadera caza de serbios y de todo lo que se relacionara con ellos. Las gentes se dividieron en perseguidos y perseguidores. La bestia hambrienta que vive dentro del hombre, y que no se atreve a aparecer en tanto no queden eliminados los obstáculos que representan las buenas costumbres y las leyes, quedó en libertad. Los actos de violencia, el pillaje e incluso el asesinato, como suele ocurrir en la historia de la humanidad, no sólo quedaron en silencio, sino que fueron autorizados con la condición de que se llevasen a cabo en nombre de intereses elevados y al amparo de una serie de palabras que representaban el orden…” (p. 447).
Pero la disolución de la antigua Yugoslavia y la formación de estados que pretenden la unidad étnica no se alimenta sólo de diversidad y violencia. Determinados problemas del presente han incidido de manera definitiva en su desintegración. En primer lugar, la bancarrota del socialismo real ha generado una profunda crisis política que hemos contemplado también en otros lugares del Este encontrando en la reivindicación nacionalista y en la identidad religiosa, la esperanza de un modelo alternativo. La crisis económica añadé diferencias entre un norte esloveno y croata más desarrollado, y un sur más pobre. Por último, no debe olvidarse la precipitación de Alemania y posteriormente de la Comunidad Europea, al dar por buena la desintegración yugoslava. El reconocimiento de Eslovenia animó, por la vía del ejemplo, la constitución de otros estados nacionales, dificultando así la integración sobre nuevas bases.

2.- Homogeneizaciones y limpiezas étnicas:

La violencia desencadenada por el ejército federal yugoslavo y por grupos paramilitares para defender por la fuerza la idea yugoslava y, una vez avanzado el conflicto, para defender las pretensiones serbias, ha sido definida como limpieza étnica. La calificación del conflicto yugoslavo como una guerra de limpieza étnica ha sido establecida por una comisión de expertos de la ONU que ha proporcionado la siguiente definición del fenómeno: “la homogeneización étnica de un área mediante el uso de la fuerza o la intimidación para eliminar de una zona concreta a personas de otro grupo étnico o religioso”. T. Mazowiecki; comisionado por la ONU, señalaba en sus informes que la limpieza étnica no era una consecuencia de la guerra sino su objetivo mismo, puesto que se pretendía alcanzar el estado monoétnico a base de eliminar al otro, lograr su sumisión total o expulsarle del territorio.
Se acusó a los serbios de perseguir un estado homogéneo étnicamente. Se dijo menos que tal era también la pretensión del nacionalismo croata. Y se esconde que limpieza étnica es, a todas luces, el resultado, ya que no la intención, de la intervención de la OTAN en Yugoslavia a propósito de Kosovo: la guerra y la ocupación del territorio se ha saldado con una huida masiva de la minoría serbia y de la población gitana. Los que aún permanecen en el país padecen una persecución implacable.
La mirada histórica nos previene de considerar la limpieza étnica como una novedad balcánica. En efecto, la novedad no existe si tomamos en consideración que Europa conoce a lo largo de su historia limpiezas étnicas tanto dentro de su propio territorio como en aquellos sobre los que ejerció su dominio. La destrucción del enemigo, su sumisión total o su expulsión del territorio dominado es, las más de las veces, una consecuencia de la guerra. El término fue utilizado también para denominar la expulsión de griegos y armenios de Turquía en los años 20.

3.- La condena radical de la guerra:

Pero junto a las causas históricas y coyunturales, o de los desvaríos a que puede conducir un nacionalismo étnico intransigente, se nos antoja también fructífera la reflexión sobre la guerra moderna y la crueldad humana que nos permite la visión de las películas seleccionadas. Por encima de las diferencias que cabe establecer entre los contendientes y las finalidades de su acción, comparto el juicio de Javier Villanueva (1994:150) cuando señala que “… la guerra moderna produce tal hecatombe, cuesta tanto precio, deja tal huella en varias generaciones, es tan ambiguo su balance final… que el calificarla de una u otra manera no modifica sus estremecedoras consecuencias”. De aquí que nuestro centro de atención sea la guerra y sus consecuencias.
Mary Kaldor , centra su reflexión en el conflicto balcánico para señalar tres notas características de lo que denomina “*nuevas guerras*”: la política de identidad que pretende la eliminación del diferente, la articulación de una estrategia de guerra en la que intervienen ejércitos, paramilitares, policías, bandas criminales, mercenarios … que convierten a la población civil en víctima propiciatoria y, finalmente, una economía de guerra globalizada donde el saqueo, el mercado negro, las mafias e incluso la ayuda exterior es el botín que alimenta a los contendientes. Esta es la principal enseñanza que podemos extraer de las películas que se presentan. Una ilustración de la tragedia, dejando muestras patentes de lo que es una guerra y de los sufrimientos que lleva aparejados. Todas las películas permiten ver cómo la bestia humana, espoleada por el odio y la violencia es capaz de realizar horribles matanzas, torturar, saquear, violar e infligir al oponente el mayor daño posible, justificando todo ello de una manera simple: “*se está en guerra*” .
Deslegitimar la guerra como medio de solucionar los conflictos bien pudiera ser la conclusión a extraer del que ha sido considerado el siglo más sangriento de la historia. Si la humanidad ha logrado deslegitimar la esclavitud, el racismo o la marginación de la mujer, ha de ser posible también deslegitimar la guerra. A ello apuntan organizaciones y movimientos como los reunidos en La Haya en mayo de 1999 bajo el lema “Tiempo de abolir la guerra y causas del conflicto”, defensores de un pacifismo radical que apuesta firmemente por una no violencia activa.

4.- La selección de películas:

Hay que advertir de entrada que la selección se hace sobre la base de realizadores procedentes del espacio balcánico. Creo que su conocimiento del problema proporciona un punto de vista impagable. Es preciso reconocer que no hay mucho donde escoger pero la escasez queda compensada por el enorme interés de lo existente. Milcho Manchevski (Before de rain, 1994), Emir Kusturica (Underground, 1995), Predag Antonijevic (Savior, 1997), Ademir Kenovic (El círculo perfecto, 1996) y Jazmin Dizdar (Beautiful people, 1999) nos proporcionan otros tantos testimonios sobre la contienda. Cinco películas que cubren un espectro amplio y donde se ilustra tanto antecedentes (Before de rain y Underground), como la guerra en sí misma (Underground y Savior), los sufrimientos de la población civil (Savior y El círculo perfecto) y la resaca que lleva aparejada (Beautiful people).

BEFORE THE RAIN

FICHA TÉCNICA: T.O. Before the rain; Gran Bretaña-Francia-Macedonia, 1994; Dirección: Milcho Manchevski; Guión: Milcho Manchevski; Fotografía: Manuel Terán; Música: Anastasia; Duración: 115 minutos.
FICHA ARTÍSTICA: Katrin Cartlidge: Anne; Rade Serbeozija: Alexander; Gregoire Colin: Ciril; Labina Mitevska; Silvija Stojanovska.
DIRECTOR: Milcho Manchevski es un macedonio nacido en Skopje y formado en los Estados Unidos (Universidad de Illinois, Escuela de Cine de Carbondale). Profundo conocedor del mundo de la imagen ha realizado una gran variedad de trabajos: cortometrajes, anuncios publicitarios, videos musicales y documentales. Before the rain (1994), su primera película, ha sido reconocida con la nominación al Oscar a la mejor película extranjera y con el León de Oro de ma Mostra de Venecia (1944). Manchevski explicó esta película como una superación de la mirada profesional y un intento de “hacer algo que fuese emotiva y políticamente significativo y que trajese a la superficie ciertas cosas sepultadas”.

PALABRAS/ROSTRO/FOTOGRAFÍAS

Before the rain pone el dedo en la llaga en uno de los temas más conflictivos del mundo contemporáneo: las relaciones con “el otro” y la vivencia de la identidad como ejercicio de exclusión. De origen macedonio, Manchevski nos introduce en el conflicto entre albaneses y macedonios. La tormenta, cuyos ruidos preceden siempre a la lluvia, barrunta odios antiguos que exigen continuas venganzas.
La historia se nos cuenta a través de tres narraciones, aparentemente discontinuas en tiempo y espacio, que sin embargo guardan un hilo conductor: el fotógrafo-testigo, cuya mirada se irá adueñando de la narración. “Todo está igual que antes pero mi mirada ha cambiado, es como si le hubiesen puesto un filtro…” confesará lleno de abatimiento.

- (Words) Un joven sacerdote macedonio esconde en la celda del convento a una muchacha albanesa a la que persiguen. Con ella acabará huyendo.

- (Faces) En Londres, una mujer se debate entre su marido y un fotógrafo de guerra con el que trabaja. El anuncio de su embarazo coincide, en un restaurante, con un tiroteo que acaba con varias vidas. Hasta allí llegan las consecuencias del conflicto.

- (Pictures) El fotógrafo regresará a Macedonia buscando el descanso en el pueblo de su infancia. En la memoria lleva imágenes de guerra de toda una vida, por eso el dolor será mayor al tener que enfrentarse a la barbarie de los suyos.
La estructura cíclica del film no es una mera elección formal, sirve para mostrar un aparente final sin salida, pues estamos otra vez al principio. Casi al comienzo un sacerdote del convento instruirá al joven diciendo “el tiempo no muere jamás, el círculo no se completa”. El pretendido desenlace donde el fotógrafo muere pero la chica huye, se superpone en la mente del espectador a la imagen de la misma joven acribillada por su familia al principio de la película. El espectador se percata, llegando al final, de que en realidad asiste al comienzo de la historia. Mensaje pesimista, desesperanzador, pues sólo hay intentos individuales de cruzar la frontera de la irracionalidad con un resultado paradójico: las dos muertes son perpetradas por los suyos, las dos por la espalda y ambas para evitar la transgresión del atavismo grupal. Curiosamente es la mujer , como en la tradición bíblica, la que provocará las desgracias pero también será víctima: Hana, la mujer sumisa y reservada que ahoga sus sentimientos tras una mirada siempre baja; su hija, el desafío y la rebeldía que la convierte en “puta” y “zorra”.
Pero hay también en el film un hondo sentimiento poético, un esmerado tratamiento formal. Escenas como la del entierro, donde la cámara describe movimientos envolventes en torno al grupo, conmueven por su belleza dramática; allí están el dolor de los familiares, la tradición de la plañideras, los asesinos con sus fusiles y en un vuelo final, el cielo; música e imagen funden al grupo, subrayan sus lazos frente a la muerte. La película está llena de referencias míticas y religiosas: las pinturas de la iglesia con imágenes sagradas que alternan en un montaje paralelo con la crueldad de la vida, las cruces ortodoxas, el cielo como testigo (“*Dios lo ve todo*"), el nacimiento de los corderos y la sangre como vida y como muerte, los rojos tomates que dan alimento a la refugiada albanesa y cuyas matas crecerán también con la lluvia, como rojo es el pañuelo con el que huye la joven, el árbol aislado, espiritual junto al muerto… No se habla sólo de un conflicto fechado en el tiempo y limitado en el espacio sino de dimensiones ancestrales y universales. La lluvia llega, al fin, en una escena de gran belleza golpeando primero la tierra reseca por la sequía, azotando los rostros y descargando su fuerza torrencial sobre tanta equivocación. Todos miran al cielo, como tantas veces en esta película, como si de allí pudiera llegar la solución para lavar esas manos llenas de sangre “*¿alguna vez estas manos estarán limpias?*".

UNDERGROUND

FICHA TÉCNICA: Francia, Hungría, Alemania, 1995; Director: Emir Kusturica; Guión: Dusan Kovacevic y Emir Kusturica; Fotografía: Vilko Filac; Música: Goran Bregovic; Montaje: Branka Ceperac; Duración: 167 minutos.
FICHA ARTÍSTICA: Miki Manojlovic: Marko; Lazar Ristovski: Blacky; Mirjana Jokovic: Natalija; Slavko Stimac: Ivan; Srdjan Todorovic: Jovan;
PREMIOS: Palma de Oro del Festival de Cannes (1995)
DIRECTOR: Emir Kusturica nació en Sarajevo en el año 1955. Comienza a trabajar en el cine tras su formación en la Escuela Famu (Praga) y su paso por la televisión. Salta a la fama al lograr la Palma de Oro de Cannes con “Papá está en viaje de negocios” (1985), película que será nominada al Oscar. Entre su filmografía destaca: “*Te acuerdas de Dolly Bell?” (1981), “El tiempo de los gitanos*” (1989), “*El sueño de Arizona*" (1993), con un reparto de lujo: Johnny Deep, Faye Dunaway, Jerry Lewis y Lili Taylor. En 1995 presenta “*Underground*” que obtiene la Plama de Oro del Festival de Cannes (1995), seguida, dos años después, por la maravillosa “*Gato negro, gato blanco*” (1997). Se trata del realizador balcánico de mayor proyección internacional: posee en su palmarés el León de Oro de Venecia, la Palma de Oro de Cannes y el Oso de Berlín.

EL SÓTANO

Kusturica regresa a la dirección para enfrentarse a la disolución de su país con una impresionante alegoría épica, una farsa tragicómica, escandalosa y vital, capaz de convertir en humor negro los aspectos más dolorosos. Undergroun es una mirada personalísima a la historia moderna de Yugoslavia a partir de las peripecias de dos amigos y de una claque que, como en el último cine de este realizador suponen una galería de tipos irritantes, conflictivos, groseros, viciosos, débiles y, casi siempre, divertidos.
La película, concebida durante los bombardeos a Sarajevo, se basa en una obra de teatro del dramaturgo Dusan Kovacevic, con quien firma el guión. El relato comienza en 1941 con la invasión de Yugoslavia por las tropas alemanas. En las imágenes iniciales, recurriendo a documentos históricos, se evidencia el distinto comportamiento de los pueblos que componen el mosaico de los Balcanes. Mientras en numerosas ciudades las tropas alemanas son vitoreadas por la población, Belgrado es sometida a duros bombardeos. Dos partisanos, Marko y su amigo Blacky, disfrutan de una noche de borrachera seguidos por un conjunto musical trepidante que establece el tono de todo el film.
Nuestros héroes son miembros de la resistencia. Ambos son comunistas y comparten turbios negocios, la atracción por las mujeres bellas y los prostíbulos. Los dos se enamoran de la misma mujer Natalija. Atraída por un oficial alemán, es raptada en una rocambolesca acción que precederá a la tortura de Blacky y dejará el campo libre a Marko.
A la derrota de los nazis sigue el régimen de Tito. Pero Blacky, escondido en un sótano, con otras familias de la resistencia permanece ignorante de tal hecho. En el sótano se fabrica también el armamento que utilizan los partisanos y será un nexo de unión a lo largo de los tres episodios. Los años pasan, la guerra termina pero Marko y Natalija mantienen a su amigo escondido. Kusturica convierte esta absurda situación en un retrato vibrante de la propia locura de la guerra y una denuncia de la corrupción y los oportunistas, capaces de medrar en la ocasión propicia.
La segunda parte, crítica radical al régimen de Tito, es una muestra de la retórica de la guerra fría que mantuvo a numerosos países con economías de guerra y vidas de miseria. Marko es un importante funcionario del partido que alaba la valentía de Blacky, considerado un héroe de la resistencia. Cuando Blacky y su hijo deciden dejar el sótano y retornar a la superficie aparecen en medio del rodaje de un film de propaganda que ilustra una escena de guerra que irónicamente
reconstruye sus gestas del pasado. Blacky, que considera que aún está en guerra, atacará a los actores disfrazados de nazis, continuando así su personal combate contra el invasor.
En la escena final Kusturica hace coincidir a todos sus personajes en una reconciliación, tan ideal como imposible, de los pueblos de la ex-Yugoslavia. Emergiendo de las agua del Danubio, al otro lado de la realidad, el poder y la historia, los protagonistas se agrupan de nuevo en una nación restaurada y en paz. Una fantasía que parece una clara toma de partido por la utopía de una nueva comunidad. Acto simbólico del nacimiento de una nueva nación que pese a la ruina del presente es capaz de reconstruir la unidad de la patria en la misma medida que se recupera la amistad y el afecto.
Kusturica construye una metáfora utilizando todos los recursos cinematográficos a su disposición, desde el surrealismo al documento, pasando por las incursiones oníricas. Una visión original e inédita. Una obra que evidencia una gran maestría técnica y poética pero que recibirá numerosas críticas por no condenar el nacionalismo. Acusado de pro-serbio, fue considerado persona non grata en su Sarajevo natal. La película cuenta con una banda sonora magnífica, donde un grupo de músicos gitanos acompaña a los protagonistas en sus mil peripecias.

SAVIOR

FICHA TÉCNICA: T.O.: Savoir; Estados Unidos, 1997; Director: Predrag Antonijevic; Guión: Robert Orr; Fotografía: Ian Wilson; Música: David Robbins; Montaje: Ian Crafford y Gabriella Cristiani; Duración: 93 minutos.
FICHA ARTÍSTICA: Dennis Quaid: Joshua Rose/Guy; Nastassia Kinski: María; Stellan Skarsgard: Peter; Natasa Ninkovic: Vera; Sergej Trifunovic: Goran; Nebojsa Glogovac: Hermano de Vera; Vesna Trivalic: Mujer del autobús.
DIRECTOR: Al director serbio Peter Antonijevic le corresponde la realización del primer film estadounidense sobre la guerra de Yugoslavia. Se cuenta que Oliver Stone quedó impresionado con la visión de “The little One” (1992), un drama político dirigido por Peter Antonijevic y le puso en contacto con el guionista Robert Orr, que había sido asistente de fotógrafo durante la guerra y conocía la historia verídica de un mercenario estadounidense en Bosnia. El resultado de esta colaboración es “Savior”.

EL ODIO

Una de las explicaciones posibles del conflicto yugoslavo, seguramente la más sencilla, señala el odio, y la venganza, como el factor determinante de la barbarie que asola aquel territorio. Y es la más sencilla por que la tragedia yugoslava es imposible de entender sin hacer mención a las raíces de ese odio, que se hunden en la propia memoria de enfrentamientos que las diversas comunidades étnicas han mantenido a lo largo de su singular historia y, por otro lado, la crisis del modelo comunista propugnado por el régimen titista tras la caída del muro y en el contexto de una economía globalizada..
De aquí, una primera acotación. “Savior” es más el producto de Robert Orr que de Peter Antonijevic. El primero, guionista, ayudante de un corresponsal gráfico estadounidense, vivirá en directo el conflicto y accedió a la historia que se nos cuenta: las vivencias en la contienda de un mercenario al servicio de los serbios. La película reconstruye los horrores de la guerra y se detiene en el desgarro moral que supone un enfrentamiento civil como el que contemplamos horrorizados en los Balcanes. Carece, sin embargo, de las sutilezas de la complejidad con que se teje la propia realidad. Así, debemos entender la película como la expresión de una mirada externa, capaz de mostrar la crueldad y la sin razón sin adentrarse en las historias de etnias, culturas, lenguas, y odios ancestrales que dan explicación parcial a la violencia irracional del presente. Y ello pese a que Peter Antonijevic es un cineasta yugoslavo que vivió los acontecimientos desde primera línea y conoció en carne propia la experiencia de la cárcel.
La película narra el proceso de deshumanización de un militar estadounidense, Joshua (Dennis Quaid), que pierde a su mujer (Nastassia Kinski) e hijo en un atentado de terroristas islámicos en París. Sus ansias de venganza le empujarán a entrar en una mezquita y disparar contra todas las personas que allá se encuentran. Seis años más tarde, en 1993, huyendo de la justicia se alista en la Legión Extranjera y se convierte en mercenario en la guerra de Bosnia-Herzegovina. Junto a su amigo Peter (Stellan Skarsgard) colabora con el ejército serbio y canaliza su odio contra los musulmanes participando en combates y actuando de francotirador.
No obstante, su vida cambiará cuando se encuentre con una joven serbia, Vera (Natasa Ninkovic), que tras ser violada por un musulmán ha sido repudiada por su familia. El nacimiento del hijo y la indefensión de Vera darán una oportunidad al mercenario, que encontrará en ello el camino de su propia redención. Los intentos de Joshua por salvar a la madre y al hijo y sacarlos del país fracasan por un nefasto encuentro con tropas croatas. La muerte de Vera permite ilustrar una de las numerosas matanzas que deparó el conflicto.
Rodada en Montenegro y con apoyo de Oliver Stone, la película se asoma al conflicto de Bosnia desde una doble perspectiva. Por un lado, una cierta imparcialidad ante el conflicto, ilustrada mediante la muestra de las atrocidades de uno u otro bando, serbios, croatas y bosnio, tomando distancias sobre el maniqueísmo de establecer causas justas y por lo tanto muertes necesarias. Por otro, existe una voluntad de trascender los hechos y construir un discurso en torno a la guerra y sus horrores, algo muy presente en el último cine norteamericano, “El soldado Ryan” o “La delgada Linea Roja”, que intenta obtener una lección universal sobre la perversión humana y la sinrazón de cualquier conflicto bélico. En este caso, el odio se presenta como la causa de la conversión del hombre en Mr. Hayd, bestia humana hambrienta de sangre y de venganza. Explicación que trasciende el caso de Joshua para documentar un estado de pasión colectiva que se apodera de todos los contendientes.
Un mensaje final cierra la cinta: frente a la barbarie y la muerte, una nueva vida nacida de un acto de guerra, de una violación, permite la redención del protagonista ofreciendo así una luz de esperanza al espectador.

EL CÍRCULO PERFECTO

FICHA TÉCNICA: T.O. Savrseni Krug; Francia, Bosnia, 1996; Director: Ademir Kenovic; Guión: Ademir Kenovic, Abdulah Sidran y Pjer Zalica; Fotografía: Milenko Uherka; Música: Esad Arnautalic y Ranko Rihtman; Montaje: Christel Tanovic; Duración: 109 minutos.
FICHA ARTÍSTICA: Mustafa Nadarevic: Hamza; Almedin Leleta: Adis; Almir Podgorica: Kerim Jasna Diklic: Gospoda; Mirela Lambic: Miranda; Josip Pejakovic: Marco.
DIRECTOR: Ademir Kenovic, un bosnio nacido en Sarajevo en 1949, tiene una larga experiencia en el mundo del cine. Entre sus películas destacan “Kuduz”, “Cojek”, “ Bog” y “Monstrum”.

YA NADA NOS PUEDE SUCEDER

El círculo perfecto es una película poderosa y original. Un homenaje a un pueblo resistente que durante 41 meses sufrió las consecuencias de una guerra devastadora. Un film cuyo realismo visual, duro y cortante, se rompe en contrapuntos fantásticos mediante el sueño o la imaginación de los protagonistas. Su planteamiento no pretende analizar el fondo del conflicto, cruzado de elementos políticos, culturales y religiosos o de simples odios ancestrales. Su pretensión es más limitada, presenta la guerra con sus secuelas de deshumanización y destrucción. La acción se sitúa en 1992, en un Sarajevo infernal, donde los cementerios rebosan de cadáveres y no hay sitio para más muertos, sean éstos musulmanes, ortodoxos, católicos, judíos o carentes de confesión alguna. Víctimas de la misma barbarie, la muerte les ha igualado y reunido .
Los inocentes viven en el infierno, y en El círculo perfecto los inocentes son el poeta Hamza y dos niños huérfanos, Adis, de 7 años, y Karim, su hermano mayor y sordomudo. El poeta se queda solo tras la evacuación de su mujer e hija. Sin embargo, su soledad dura poco; de regreso a casa se encuentra a dos niños durmiendo en el suelo, dos víctimas de la política de tierra quemada seguida por los sitiadores que han matado a su familia en una zona rural cercana a Sarajevo. Hamza les ayuda a buscar a su tía, Aicha, único familiar que recuerdan. Pero la búsqueda resulta infructuosa: su casa fue destruida y tras el paso por el hospital ha encontrado refugio en Alemania.
Los niños se quedan así en compañía de Hamza que les proporcionará atenciones y afecto mientras dura la poca comida que aún posee. Juntos vivirán diversas peripecias que ilustran la vida en la ciudad sitiada, cuya población busca comida, leña para calentarse, o transporta permanentemente bidones para conseguir agua a la vez que, en un clima de absoluta inseguridad, trata de evitar convertirse en la próxima víctima. Una ciudad en la que la gente sobrevive en sótanos, alarmada por unas sirenas que anuncian la inminencia de nuevas víctimas y donde el consejo que se da al llegar a un hospital es tan espeluznante como éste: “no piséis la sangre”. Una ciudad apocalíptica que Juan Goytisolo describe horrorizado: “… la ciudad que contemplo no es sino un espacio devastado, lleno de heridas, mutilaciones, vísceras, llagas aún supurantes, sobrecogedoras cicatrices. Calles e inmuebles enteros han desaparecido, ni tranvías ni autobuses circulan… los árboles han sido talados, la gente se agazapa en sus escondrijos…”
A la destrucción responden nuestros protagonistas con un mundo de afectos y sueños, un formidable contrapunto porque muestra que la vida, aún en estas condiciones, puede estar presidida por la comprensión y la ilusión, como cuando disfrutan de una feliz estancia en la playa un día de verano, sueño infantil interrumpido por un bombardeo chetnik que se cuela en el sueño a partir de la propia realidad; o el intento de humanizar la guerra salvando a un perro cuyas patas traseras han resultado dañadas por un francotirador que siempre dispara “al tercero que pasa” y en esta ocasión el tercero era el perro. Su presencia en la película siguiendo a los niños en un carrito, invención de un vecino, es un alegato a favor de la compasión que ha abondonado el mundo de los adultos.
Si el cine juega algún papel en la construcción de un universo de valores, esta película es, sin duda, una iluminación de la locura que desgraciadamente acompaña al ser humano y a la vez, una radical defensa de la inocencia, la ternura y la solidaridad. Un poeta protegiendo a dos niños. Un desafío de desbordante humanidad en medio del horror. Obtuvo premios a la Mejor Película y Director del Festival de Tokio (1997) y la Mención Especial en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (1997).

BEAUTIFUL PEOPLE

FICHA TÉCNICA: T.O. Beautiful People; Gran Bretaña 1999; Director: Jasmin Dizdar; Guión: Jasmin Dizdar; Música: Garry Bell; Fotografía: Barry Ackroyd; Montaje: Justin Kirch; Duración: 107 minutos.
FICHA ARTÍSTICA: Rosalind Ayres: Nora Thornton; Linda Basset: Enfermera; Charlotte Coleman: Portia Thornton; Edin Dzandzanovic: Pero; Nicholas Farrell: Dr. Moudly; Julian Firth: Edward Thompson; Walentine McGaughey: Dzemila; Nicolas McGaughey: Nacionalista galés; Dado Jehan: Bosnio; Edward Jewesbury: Joseph Thornton; Charles Kay: George Thornton; Gilbert Martin: Jerry Higgins; Danny Nussbaum: Griffin Midge; Faruk Pruti: Bosnio; Siobhan Redmond: Kate Higgins; Jay Simpson: Bigsy; Roger Sloman: Roger Midge; Steve Sweeney: Jim; Heather Tobias: Felicity Midge; Radoslav Youroukov: Ismet; Bobby Willians: Tim Moudly; Joseph Williams: Tom Moudly.
DIRECTOR: Jasmin Dizdar es bosnio de nacimiento, vive en Londres y estudió cine en la Escuela Cinematográfica de Praga. Posee una larga experiencia como realizador de cortos que comenzó a los 17 años con “Turnaround”. “Beautiful people” es su primera película.

LA VIDA COMO CAOS

A primera vista el film de Dizdar bien puede entenderse como un drama naturalista con el sello de Ken Loach; una muestra realista de la sociedad británica donde hacen acto de presencia los refugiados del drama yugoslavo. El Londres de Dizdar está repleto de criaturas estresadas e infelices. Veamos algunos ejemplos:

- Un serbio y un croata reinician las hostilidades en un autobús de Londres. Expulsados del autobús, la pelea continúa en la calle y concluye con ambos contendientes ingresados en el Hospital Lindsay Anderson. Ambos comparten habitación con un nacionalista galés que se restablece de las lesiones provocadas en su deporte favorito: incendiar las fincas que los ingleses poseen en su amado país.

- Otro serbio es atropellado por un coche y se enamora de su doctora, hija de una respetable y acomodada familia británica y cuyo progenitor, político laborista, emplea su tiempo en posar ante las cámaras articulando hermosas frases de las que, sin embargo, siempre se encuentra insatisfecho.

- Otro doctor sufre las miserias del abandono de su esposa e intenta cuidar, alimentar y llevar a tiempo a sus hijos a la escuela. El hogar que se nos muestra parece haber sufrido la visita de los chetniks.

- Un hooligan inglés y sus impresentables amigos roban a un joven negro para volar a Holanda y no perderse el enfrentamiento entre ambas selecciones.

- Una pareja de bosnios intentan impedir el nacimiento de un hijo fruto de un acto de guerra: la violación por el enemigo.

- Un cámara de la BBC regresa a casa padeciendo el “síndrome de Bosnia”, un curioso ataque nervioso que le lleva a desear imperiosamente, en su propia piel, los sufrimientos observados en la población de las zonas de guerra.

Hay, por otro lado, una visión crítica de la sociedad británica que no deja títere con cabeza. Alguno ejemplos: los padres de la doctora, pertenecientes a las clases altas, entregados a la estúpida vanidad de contemplarse y aburrirse en familia; el padre del hooligan, un ridículo profesor de clase media, reaccionario e ignorante de lo más evidente: los líos en que anda su propio hijo; los amigos de éste pertenecientes al mundo de la marginación social, carentes del mínimo código ético o de ilusión alguna que vaya más allá de la pasión por su selección, que encima es derrotada, el alcohol y la heroína, otro tipo de derrota; el matrimonio del cámara, a punto del naufragio; las penalidades del buen doctor, abandonado por su mujer… Toda una muestra del caos de la vida actual y de la incapacidad para alcanzar la felicidad en una sociedad que se presenta a sí misma como dechado de perfección y posibilidades.
Tal desastre es presentado con trazos enérgicos: un ritmo frenético, una enorme agudeza, una suceder de historias que van directamente al grano, sin rodeos. Todo ello conduce, sorpresivamente, a un desenlace feliz donde emerge un espíritu multicultural, tolerante y cosmopolita. La boda entre la doctora y el serbio accidentado, o el nacimiento del hijo de la joven violada, al que deciden llamar Caos, supone un alarde de optimismo. Las cosas podrían ir de mal en peor y concluir con una nueva Bosnia en el corazón de la city londinense. Pero no, a modo de conclusión moral, la gente guapa, todos nosotros, se salva. Con un poco de amor y comprensión todo sería distinto. Desenlace feliz ambivalente por la presentación de una incógnita final que el espectador debe resolver fuera del patio de butacas. ¿Qué pasa con el serbio, el croata y el nacionalista galés? Mientras juegan una partida de cartas, un puño se alza, como un corte de manga, mientras la pantalla se cierra en negro.
No obstante algunos elementos de la película abandonan la órbita loachiana. Varias notas surrealistas separan “Beautiful people” del esquema naturalista. Detengámonos en dos aspectos. En primer lugar, el hooligan inglés, poseído por el caballo y el alcohol se duerme en el aeropuerto de Amsterdan entre unos bultos cuyo destino es socorrer a las víctimas de la guerra de Bosnia. Su viaje concluye en un hospital de campaña, en una zona montañosa de Bosnia. La heroína que lleva ayuda a amputar una pierna sin dolor. La ayuda humanitaria tiene también un efecto benéfico sobre el joven. De regreso a Londres manifestará su conversión a la causa de la humanidad, para regocijo de sus progenitores, socorriendo y cuidando a una víctima de la guerra. El espíritu “ong” ha prendido en un aprendiz de nazi. Emociones fuertes para espíritus débiles.
Por otro lado, la hija del cámara de la BBC contempla en la televisión una película de dibujos donde un muchacho asiste aterrado a cómo un tren se le echa encima, sobre sus piernas. En la zona de guerra, su padre filma la amputación de una pierna en un hospital de campaña donde la heroína del hooligan hace milagrosa aparición. De regreso al hogar y bajo el síndrome de Bosnia, el cámara intenta la misma amputación por variados métodos, entre ellos, la amputación en las vías del ferrocarril.
Como señala el propio Dizdar “cuando escribo, dejo mi imaginación vagar; cuando dirijo todo tiene que ser hecho en términos estrictamente realistas”. Es esta combinación de realismo e imaginación la que proporciona un sabor particular a “Beautiful people”. La película ha recibido la Mención Especial del Jurado del Festival de Karlovy Vary (1999) y el premio al Mejor Guión Original del Brithis Independent Film Awards (1999).

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