18 de diciembre. Por la libertad de circulación.

Migreurop

Hoy, 18 de diciembre de 2013, la red euro-africana Migreurop lanza un llamamiento solemne en favor de la libre circulación de las personas.

Al identificar los obstáculos puestos por las políticas migratorias a la movilidad humana (políticas discriminatorias de visados, intercepciones marítimas, muros fronterizos, acuerdos políticos para la readmisión de personas extranjeras en situación irregular...), Migreurop recuerda las consecuencias dramáticas para el respeto de los derechos humanos (detención prolongada, violación del derecho de asilo, mortalidad migratoria...).

Ante esta constatación, y en base al principio de igualdad –puesto que la libertad de circulación existe de hecho para una parte de los ciudadanos del mundo que gozan de facilidades para cruzar las fronteras, por el mero azar del lugar de nacimiento–, Migreurop exige un cambio radical en las políticas migratorias para que sea posible la libertad de ir, venir, instalarse para todas y todos, libertad que constituye corolario indispensable de la defensa de los derechos de las personas migrantes.

Por la libertad de circulación

Desde su creación, la red Migreurop evidencia los efectos nefastos de la política de gestión de fronteras de la Unión Europea. La visión securitaria de las políticas migratorias, que se traduce por una creciente militarización de la Europa fortaleza, la multiplicación de las intercepciones marítimas, e incluso el bloqueo de las posibilidades de migración legal (que se traduce en obstáculos a la concesión de visados) es denunciado regularmente. Migreurop señala la multiplicación de controles, que recurren a métodos sofisticados y caros, como dan fe la construcción de nuevos muros y la creación y reforzamiento de la agencia Frontex –auténtico brazo armado de la Unión Europea.

A su vez, Migreurop denuncia el proceso de externalización del control migratorio que obliga a los países no miembros de la UE a readmitir a toda persona expulsada de los países europeos que haya transitado por su territorio y a reforzar el control y la represión para impedir la salida y el tránsito de migrantes. Es así como se multiplican los acuerdos de readmisión, que buscan facilitar las expulsiones y constituyen una de las armas para impedir la movilidad de migrantes más allá de las fronteras europeas. La UE no duda en instrumentalizar la Ayuda Pública al Desarrollo para presionar a los Estados de tránsito y de origen para que acepten tales acuerdos. Por estos dispositivos, Europa se desentiende de su obligación de proteger a las personas que buscan asilo e ignora las violaciones de derechos humanos que ocasiona.

En 2010, Migreurop se posicionó por el cierre de los centros de detención de extranjeros, instrumentos privilegiados de gestión de las poblaciones migrantes. Las personas migrantes, detenidas o no, son consideradas como criminales y declaradas en situación ilegal, por el único motivo de que no habrían respetado las reglas impuestas para el paso de las fronteras y el permiso de residencia. La transgresión de estas reglas –pese a ser contrarias en ocasiones al derecho internacional– sirve para justificar políticas cada vez más firmes de restricción de circulación, cuyas espantosas consecuencias nadie puede ignorar: desde 1990, más de 20.000 personas han muerto o desaparecido intentando alcanzar Europa.

Por medio de estos combates realizados por Migreurop se han puesto en evidencia los perjuicios de las trabas a la libertad de circulación de personas. Sin embargo, esta libertad existe para una parte de ciudadanos del mundo que, por el azar del lugar de nacimiento, tienen un pasaporte u obtienen sin dificultad los visados que permiten franquear fácilmente las fronteras. Aceptar que otros sean privados de ello supone admitir la existencia de un mundo a dos velocidades, portador de discriminaciones basadas en una relación de dominación político-económica de los países llamados industrializados sobre los demás. Supone igualmente ignorar la existencia de derechos fundamentales, como el derecho a emigrar, reconocido por la Declaración Universal de Derechos Humanos, o el principio de non refoulement consagrado por la convención de Ginebra de 1951.

Reivindicar, en nombre del principio de igualdad, la libertad de desplazarse e instalarse para todas las personas, constituye un corolario indispensable de la defensa de derechos de las personas migrantes. Es por ello, como prolongación de sus actividades y de sus combates, que Migreurop demanda la puesta en práctica efectiva de la libertad de circulación, herramienta de cambio social al servicio de un modelo de sociedad más justa y equitativa.

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